Decepción y ausencia de compromisos reales, balance de la COP25

La COP25 terminó el 15 de diciembre convirtiéndose en la Cumbre más larga, tras 11 días y 36 horas extra de debates y negociaciones auspiciadas por la presidencia de Chile y acogidas por Madrid. Los acuerdos alcanzados no parecen satisfacer a los expertos, que recuerdan que “es tiempo de actuar”.

A las 06.30 horas del domingo 15 de diciembre, con casi dos días de retraso, la XXV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP25) celebrada bajo presidencia chilena en Madrid se daba por concluida con un consenso para aumentar la ambición climática y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero con un acuerdo real que dista mucho de las ambiciosas peticiones planteadas por la sociedad civil y la comunidad científica: finalmente se pospone hasta la COP de 2020 la presentación de los nuevos compromisos para la descarbonización y la reducción de emisiones de CO2.

El documento aprobado –Chile-Madrid, tiempo de actuar– destaca “la necesidad urgente de mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales” y se refiere a la necesidad de “realizar esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C”. Sin embargo, el acuerdo firmado sigue sin concretar cómo lo harán los países, ya que el documento solo “anima” a estos a presentar sus compromisos “renovados al alza” en 2020, antes del encuentro de Glasgow, sede de la próxima Cumbre (COP26).

Este año Madrid, y un total de seis pabellones del recinto ferial de Ifema, han acogido a miles de altos funcionarios, representantes de empresas, periodistas y observadores. Durante dos semanas se han celebrado, en realidad, dos ‘cumbres’ paralelas. Una en la que se debatían los grandes acuerdos –Zona Azul- y otra, que ha llevado a cabo hasta 600 actividades sobre crisis climática y derechos humanos, denominada Zona Verde, gestionados por organizaciones y representantes de la sociedad civil y en las que se estima que han participado más de 30.000 personas.

De hecho, organizaciones como Ecologistas en Acción o Juventud por el Clima, entre otras, mostraron su descontento por la escasa relevancia que se ha dado a estas acciones durante las negociaciones, mientras la presencia de representantes de empresas y mandatarios era constante en los eventos de la Zona Azul.

Como ‘compensación’, el acuerdo final de la COP ha incluido un breve reconocimiento “a los esfuerzos y preocupaciones de la sociedad civil, la juventud y los pueblos indígenas, al pedir una acción climática global, urgente y ambiciosa”.

En palabras de entidades españolas como Fundación Conama, el diálogo entre todas las partes “es necesario para avanzar hacia la descarbonización de la economía, superar el modelo de crecimiento económico, transformar el esquema agroalimentario, revisar el ciclo de vida de los productos y, sobre todo, no olvidarse de nadie en el camino”.

Más allá de esta brecha que parece que se ha puesto de manifiesto entre los políticos y la sociedad civil, los casi dos días de retraso en el cierre de la Cumbre no han conseguido que los negociadores procedentes de todos los países hayan podido ir más allá de un simple “llamamiento” para realizar esfuerzos “más ambiciosos” contra el cambio climático, aplazando de nuevo el desarrollo de uno de los artículos más importantes que salieron del Acuerdo de París ante la imposibilidad material de consensuar un texto: el que se refiere a los mercados de dióxido de carbono, que ya se atascó hace un año en la Cumbre de Katowice (Polonia) y donde se decidió que sería en esta COP25 donde se resolvería.

Esta regulación es un sistema para que un país que emite de más pueda pagar a otro para que reduzca una cantidad de gases equivalente a través de proyectos de mitigación y adaptación similares a los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), y se basa en la asignación de un precio a las emisiones, de modo que los ‘contaminadores’ paguen por contaminar. Es decir que, para aumentar las emisiones por encima del límite que tienen asignado, las empresas tienen que ‘comprar’ créditos a otras que contaminen menos del máximo que tienen asignado.

Solo 84 países se han comprometido en este encuentro a presentar planes “más drásticos” contra las emisiones de cara a 2020: Alemania, Francia o España entre ellos.

Resultados por debajo de las expectativas

A pesar de las buenas intenciones -y las expectativas respecto a esta Cumbre-, lo cierto es que solo 84 países se han comprometido en este encuentro a presentar planes “más drásticos” contra las emisiones de cara a 2020: Alemania, Francia o España entre ellos. Sin embargo, las delegaciones de gigantes como EE. UU., China, Rusia o India (que suman juntos alrededor del 55% de las emisiones mundiales de efecto invernadero), no expresaron durante las interminables negociaciones ningún interés por recortar sus niveles de contaminación, ni tampoco dieron señales de querer ser más ambiciosos.

Asimismo, el Fondo de Adaptación –lanzado oficialmente en 2007 para financiar proyectos concretos de adaptación y programas para reducir los efectos adversos del cambio climático sobre comunidades, países y sectores en desarrollo que sean parte del Protocolo de Kioto- logró movilizar 89 millones de dólares durante esta COP25, gracias a la aportación de varios países –entre ellos España–, pero esta es una cifra que se queda muy lejos del objetivo de los 100.000 millones de dólares por año planteado al inicio de este encuentro. Una vez más, el compromiso de alcanzar esta cifra quedó pospuesta para el año que viene.

Respecto a un nuevo aplazamiento en el desarrollo de los mercados de carbono para la COP de Glasgow en noviembre de 2020, la ministra chilena de Medio Ambiente y presidenta de la Cumbre, Carolina Schmidt, señaló: “es triste no haber podido llegar a un acuerdo final. Estuvimos tan cerca”. Por su parte, el secretario general de la ONU, Antònio Guterres, se mostró “decepcionado con los resultados”, ya que “la comunidad internacional ha perdido una oportunidad importante para mostrar mayor ambición”. “Pero no debemos rendirnos”, remarcó el mandatario, pese a que este tipo de cumbres, en las que negocian más de 200 países, estos deben ponerse unánimemente de acuerdo.

1 de 2
<p>Sus Majestades los Reyes de España recibieron al secretario general de la ONU, Antònio Guterres.</p>

Sus Majestades los Reyes de España recibieron al secretario general de la ONU, Antònio Guterres.

2 de 2
<p>La ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; la ministra de Medio Ambiente de Chile y presidenta de la COP25, Cristina Schmidt, y la secretaria ejecutiva de la CMNUCC, Patricia Espinosa. </p>

La ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; la ministra de Medio Ambiente de Chile y presidenta de la COP25, Cristina Schmidt, y la secretaria ejecutiva de la CMNUCC, Patricia Espinosa.

En cualquier caso, los pobres resultados obtenidos en esta COP25 tras muchas horas de negociaciones son la prueba, una vez más, de la “desconexión” que existe entre los Gobiernos del mundo y la ciencia respecto a la crisis climática y a la urgente necesidad de actuar, según coinciden las principales organizaciones ecologistas, que exigen más ambición, más medios y más compromiso, pero, sobre todo, más velocidad.

Uno de los asuntos más complicados de negociar en esta Cumbre se ha referido precisamente a cómo realizar un llamamiento a los países a presentar planes de recortes de emisiones más severos, un aspecto que, en el último tramo de este encuentro fue gestionado por la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, tras solicitarlo la propia presidencia de Chile.

Lo que finalmente se consiguió en la Declaración final aprobada por el Plenario fue, simplemente, “alentar” a los países a “aprovechar la oportunidad en 2020” para mostrar “la más alta ambición ante la urgencia de abordar el cambio climático”. No se hace un llamamiento explícito a los países a presentar planes más duros en 2020 precisamente por la resistencia de los grandes países emisores.

Sin embargo, para el Ministerio para la Transición Ecológica este acuerdo “sienta las bases para que el próximo año los países presenten compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos”, pese a reconocer que la Cumbre deja un sabor “agridulce”, incluso teniendo en cuenta el “éxito” que suponen las alusiones a la necesidad de que los países incrementen los esfuerzos de recorte de emisiones el próximo año.

Datos científicos frente a la inacción política

Hasta ahora los científicos, a través del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), han aportado datos que corroboran el avance del calentamiento global y por ello reclaman quintuplicar los esfuerzos si se quieren alcanzar los objetivos marcados en la COP21 de 2015 y recogidos en el Acuerdo de París, donde se establece la necesidad de frenar el incremento de la temperatura del planeta para que no rebase los 1,5 grados centígrados, una cifra que evitaría los peores efectos del cambio climático.

Así, “y a menos que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero caigan un 7,6% cada año entre 2020 y 2030, el mundo no alcanzará el objetivo de limitar el calentamiento global”, alertó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El Informe del Pnuma presentado el pasado mes de noviembre señala que, incluso si se implementaran todos los compromisos actuales en virtud del Acuerdo, se espera que las temperaturas aumenten 3,2°C, lo que provocará “impactos climáticos más destructivos y de mayor alcance”, lo que quiere decir que la ambición colectiva “debe aumentar más de cinco veces sobre los niveles actuales para lograr los recortes necesarios durante la próxima década”.

“Estamos avanzando hacia un calentamiento de 3 a 5 grados Celsius para finales de este siglo en lugar de 1,5 a 2, que era el objetivo de París”, aseguró el director de la Organización Meteorológica Mundial, Petteri Talas, durante la presentación del informe en Ginebra. “Cada año de retraso en aumentar la ambición más allá de 2020 conllevará la necesidad de recortes más rápidos, que se volverán cada vez más caros, poco probables y poco prácticos”, advirtió el responsable del Pnuma.

En palabras de Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa, “se necesitan progresos rápidos para reducir emisiones tanto como sea posible en 2020 y después impulsar las contribuciones establecidas a nivel nacional, lo que supondrá grandes transformaciones de las economías y las sociedades”.

En la misma línea coinciden las principales organizaciones ecologistas presentes en esta COP25: Ecologistas en Acción, Greenpeace, Amigos de la Tierra, WWF y SEO/BirdLife, que pidieron que se comience a actuar contra la crisis climática “de una forma urgente”. En este sentido, criticaron duramente los resultados obtenidos después de 13 días de frustrantes negociaciones tras las que el acuerdo alcanzado “no asume el principal reto que tenía por delante: aumentar la ambición para dar respuesta a la emergencia climática en línea con las indicaciones científicas”.

“Esta COP ha fallado a las personas y al planeta”, sentenció Ecologistas en Acción, que alertó: “El mundo grita emergencia y los Gobiernos se tapan los oídos”.

En la misma línea, Amigos de la Tierra cree que las negociaciones en estas cumbres “están muy alejadas de la realidad”, según señaló Sara Shaw, coordinadora del programa de Justicia Climática y Energía de esta ONG, que denunció que “mientras millones de personas sufren los impactos del cambio climático, las grandes empresas y los gobiernos de los países ricos están destruyendo cualquier posibilidad de mantener la temperatura mundial por debajo de 1,5°C”.

1 de 3
<p>La activista de 16 años Greta Thunberg no se perdió la cita de la COP25.</p>

La activista de 16 años Greta Thunberg no se perdió la cita de la COP25.

2 de 3
<p>El cantante Alejandro Sanz, en su intervención en la COP25.</p>

El cantante Alejandro Sanz, en su intervención en la COP25.

3 de 3
<p>El actor Javier Bardem habló claro en la COP25.</p>

El actor Javier Bardem habló claro en la COP25.

El papel de la sociedad civil

Personalidades de todo el mundo lanzaron un mensaje a los líderes políticos durante esta Cumbre para “mostrar el camino y dar ejemplo”, animándoles a todos a actuar, según recordó el cantante Alejandro Sanz en un vídeo proyectado previamente a su intervención. “El planeta es un bien precioso, pero con límites que hace tiempo sobrepasamos. La Tierra es nuestra casa, pero no nos pertenece. Vivimos en ella de prestado. Los que vienen detrás tienen todo el derecho a vivirla y disfrutarla como tú y yo hemos hecho”, afirmó.

“Estamos deseosos de encontrarnos con líderes valientes en quien poder poner nuestra confianza y a quienes no les tiemble el pulso para proteger nuestro planeta”, señaló Sanz durante su discurso, en el que pidió “no enfrentarnos unos a otros, o acusarnos de irresponsables. Esto no es una cuestión de color político ni de si tú, si yo, o aquel. Es una cuestión de salvar nuestra casa”, concluyó el cantante.

Por su parte, el actor Javier Bardem, que subió al escenario durante el acto de cierre de la marcha por el Clima, lamentó que “los políticos y políticas no estén al nivel de este momento histórico”, criticando duramente a algunos de ellos, a los que calificó de “estúpidos”, como el presidente de EE. UU., Donald Trump o el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, por haber revertido el proyecto Madrid Central “para permitir circular por la capital a los vehículos contaminantes”. El actor pidió disculpas posteriormente a través de sus redes sociales aclarando que se trataba de una “opinión personal”.

Pero si por algo será recordada esta Cumbre es por el papel destacado de algunos activistas como Greta Thunberg, líder del movimiento juvenil Fridays for Future, que protagonizó un lago periplo retransmitido por los medios prácticamente en directo, hasta llegar a la cita de Madrid. Tras su paso por la COP, la joven activista lamentó que “aparentemente haya desatado mayor interés en los medios los inconvenientes de su viaje de vuelta en tren por Alemania que el ‘fracaso’ de la cumbre climática COP25 de Madrid”.

Ante representantes de 196 países, Thunberg recordó que “cada gran cambio en la historia ha venido del pueblo”. “En solo tres semanas entraremos en una nueva década, una década que definirá nuestro futuro. Ahora mismo estamos desesperados por alguna señal de esperanza, y les digo que hay esperanza, la he visto, pero no viene de los Gobiernos o las corporaciones, viene del pueblo”, añadió en su alocución de 11 minutos en la sala de plenos de esta COP25.

“Nuestros líderes no se están comportando como si estuviéramos en una emergencia”, añadió. “En una emergencia cambias tu comportamiento. Si hay un niño en mitad de la carretera y los coches se acercan a toda velocidad, no miras a otro lado porque es muy incómodo, inmediatamente corres y lo rescatas”, señaló. “Es hora de rescatar al planeta. Es hora de actuar”, concluyó.

En varias ocasiones a lo largo de la celebración de la Cumbre en el recinto ferial de Ifema se produjeron protestas por parte de las organizaciones de la sociedad civil, movimientos ciudadanos, sindicatos, grupos de jóvenes, y entidades de mujer y juventud que demandaron a los países ricos “un paso adelante en la ambición y en la acción para luchar contra el cambio climático”, exigiendo que los países ricos y las industrias contaminantes, que “históricamente” han provocado la crisis climática, aporten financiación para apoyar a las comunidades que están afectadas por desastres “cada vez más severos”.


Contenido realizado bajo acuerdo de colaboración con Endesa.
Esta noticia se adhiere a los criterios de transparencia de la Revista Haz.
Comentarios