Los emprendedores de la economía circular

La economía circular se ha convertido en fuente de inspiración. Y no solo para empresas ya establecidas, que están haciendo virar sus estrategias de gestión hacia este nuevo paradigma de gestión, sino también para muchos emprendedores y pequeñas empresas, que se están planteando hacia dónde enfocar sus nuevos proyectos y negocios y encontrando en este modelo innovador, basado en la circularidad, un gran número de oportunidades y nuevos nichos de mercado listos para ser explorados.

La opción hacia un cambio de hábitos, paradigmas y, en general, de cultura, que evolucione desde una economía lineal a un modelo económico circular ha conquistado ya a millones de personas, empresas y hasta gobiernos de todo el mundo, que están trabajando para aplicar esta nueva filosofía para reducir y reutilizar las materias primas.

Pero además ha seducido a emprendedores, pequeñas empresas y startups que están descubriendo que este modo de gestión, más inteligente e innovador, trae consigo también nuevas oportunidades de negocio y nichos de mercado aún por explorar.

Y es que, la crisis sanitaria generada por la COVID-19 ha puesto al medio ambiente frente a múltiples riesgos, pero también ha generado, como toda crisis, oportunidades que pueden llegar en un momento crucial en el que la sociedad ya llevaba un tiempo reflexionando sobre la necesidad de un cambio en nuestro estilo de vida.

Desde el grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (Turba Lab) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), las investigadoras Mar Satorras, Isabel Ruiz y Hug March, han identificado ocho retos y ocho oportunidades planteados por esta nueva situación: 16 puntos que engloban diferentes ámbitos y aspectos: desde el riesgo de recortes en materia ambiental que podrían suponer, hasta el cambio de hábitos en la ciudadanía.

En el apartado de las oportunidades, los expertos de la OUC han detectado algunas relevantes en el escenario pos-COVID-19 que actualmente se plantea, abonado ya por los importantes avances conseguidos en materia de economía circular y que por tanto se podrían traducir sin duda en nuevos negocios:

  1. Movilidad. La COVID-19 puede favorecer una transición acelerada hacia una movilidad urbana más sostenible, lo que reduciría la contaminación atmosférica y las emisiones de efecto invernadero.
  2. Planes de recuperación ‘verdes’, como estrategias a largo plazo para favorecer una salida común a las múltiples crisis actuales (sanitaria, social, económica…).
  3. Contaminación. En la nueva normalidad pueden consolidarse algunas experiencias aplicadas en el confinamiento, como los cambios drásticos en el uso del coche y otros transportes contaminantes como los aviones o los cruceros. Eso implicaría mantener la reducción de la contaminación y de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  4. Naturalización de las ciudades. El confinamiento ha acelerado la ‘naturalización’ de las ciudades, lo que se podría aprovechar para enverdecerlas a gran escala.
  5. Digitalización de reuniones, conferencias y eventos, con la racionalización del uso de los vuelos nacionales e internacionales. En la nueva normalidad, podrían reducirse así muy significativamente los impactos ambientales derivados de la actual hipermovilidad.
  6. Consolidación del teletrabajo, que puede suponer una oportunidad para promover patrones de asentamiento en zonas rurales (cambio de residencia de ciudades hacia pueblos) o para redistribuir la población y favorecer las ciudades de tamaño mediano.
  7. Cambio de percepción de la emergencia climática. La toma de conciencia sobre la fragilidad de las sociedades actuales respecto a la pandemia también puede tener consecuencias en la percepción social de la emergencia climática. La preocupación social y la sensibilización son factores clave para propiciar cambios de comportamiento y cambios políticos.
  8. Refuerzo del papel de la ciencia a la hora de tomar decisiones en el contexto de la emergencia sanitaria, ya que puede demostrar los beneficios de elaborar e implementar políticas apoyadas por la comunidad científica para hacer frente a las nuevas crisis que pueden llegar.

Actualmente existen diferentes instrumentos que están ayudando a las pequeñas empresas más innovadoras en materia de economía circular a lograr un impulso importante.

Actualmente existen diferentes instrumentos que están ayudando a las pequeñas empresas más innovadoras en materia de economía circular a lograr un impulso importante. Uno de los más destacados es el Instrumento pyme, una iniciativa de financiación que se enmarca dentro del Programa Marco Europeo de Investigación e Innovación Horizonte 2020, y dirigido a dar apoyo a aquellas pymes “que tengan la ambición de crecer, desarrollarse e internacionalizarse a través de un proyecto de innovación de dimensión europea”.

Los proyectos que apoya este instrumento deben estar centrados en actividades innovadoras y próximas a mercado, como el desarrollo de prototipos, diseño, ensayos, escalado industrial, etc.

Entre otros, Instrumento pyme ha financiado en 2019 proyectos relacionados con infraestructuras críticas urbanas, ecoinnovación, transporte, eficiencia energética, materias primas, producción de alimentos, biotecnología marina, nanotecnología, o materiales y tecnologías avanzadas.

Empresas pequeñas para un gran cambio

Un buen ejemplo de una de estas pequeñas (grandes) compañías que se han beneficiado de Instrumento pyme y han apostado por proyectos relacionados con la economía circular es la empresa de ingeniería con sede en Zaragoza Ingeobras, “dedicada al desarrollo de nuevas tecnologías para generar patentes que mejoren el Planeta, respetando el medio ambiente y colaborando para mejorar la situación actual”, según ellos mismos se definen, y que han creado la tecnología Anaergy, para el tratamiento de aguas residuales industriales.

Se trata de una tecnología disruptiva para el tratamiento de aguas de la industria agroalimentaria “extremadamente eficiente, pequeña e innovadora que, a su vez, genera energía”, explica desde la compañía.

Está enfocada a la pequeña y mediana industria del sector agroalimentario “que quiere posicionarse en el mercado cumpliendo la normativa, mejorando su responsabilidad ambiental y aumentando su prestigio e imagen y sus ingresos”.

Esta pyme estudió primero el problema existente con el uso del agua en este sector (uso de productos químicos y pesticidas, generación de residuos…), para poder aportar después una solución “tecnológica y moderna” que reduce de manera eficiente los contaminantes del agua hasta un 99%, minimizando a su vez los costes de operación, el mantenimiento y sobre todo reduciendo el área necesaria para este proceso, “imprescindible, pero no productivo”. “Cumple la normativa y a la vez mejora el medio ambiente”, explican.

Para desarrollar esta tecnología, Ingeobras cuenta con un equipo multidisciplinar de químicos e ingenieros que trabaja en un centro propio de I+D+i, con un laboratorio con capacidad para analizar todos los parámetros necesarios exigidos por la normativa europea y establecer líneas de prueba e investigación con capacidad para simular los procesos de tratamiento de las aguas de la industria agroalimentaria con esta tecnología.

Asimismo, esta pyme cuenta con una planta piloto para demostrar la capacidad de Anaergy con agua real procedente de esta industria.

Accesorios ‘circulares’

Popsicase es una startup que fabrica fundas de móvil con redes de pesca, una empresa que centra su modelo de negocio en la economía circular ya que, además, promueve el reciclaje de sus propias fundas usadas. Todo el proceso se lleva a cabo en Barcelona y desde la compañía, aseguran que “con muy buenos resultados, ya que las carcasas se reciclan eternamente sin generar residuos”. El objetivo, añaden, es “humanizar la tecnología, porque otra forma de producir y consumir es posible”.

Cuando llega el momento de cambiar de funda de móvil, -y siempre que sea de esta marca-, Popsicase la recibe y reutiliza íntegramente su material para hacer fundas nuevas, un proceso circular “inédito hasta ahora”, según explica la compañía, cuyas fundas, que empezaron a fabricar hace tres años, tienen dos características fundamentales: su materia prima 100% reciclada, procedente de deshechos como redes de pesca en desuso y chatarra de aluminio, y su sistema de mango integrado plegable que facilita su uso y ha sido patentado internacionalmente.

Aunque su andadura comenzó hace tres años, esta pequeña empresa lanzó recientemente una nueva iniciativa: Popcycling, el proyecto para incentivar el reciclaje de sus propias fundas usadas para hacer nuevas Popsicase, “demostrando así que es posible un sistema de producción y consumo basado en la economía circular y sentando un precedente en el uso responsable de los plásticos”, afirman.

“Las redes de pesca se renuevan constantemente. Hasta hace muy poco estas redes, en su mayoría hechas de nylon, se tiraban a los contenedores de basura y eran tratados como deshechos, aumentando la contaminación de nuestros suelos y mares. Sin embargo, ahora estas redes se recogen en puertos de la costa catalana, se lavan, se clasifican, se trocean, se funden y se convierten en un material resistente, un polímero 100% reciclado que hemos bautizado con el nombre de NET Viva”, explican desde Popsicase.

Pero el proceso no se acaba aquí. El material NET Viva, como muchos otros plásticos, no se degradan con el uso y pueden ser reutilizados como materia prima para otros usos. María José Pedragosa, cofundadora de la startup, explica a Revista Haz que, tras comprobar que había gente que volvía a comprar una Popscase para otro modelo de teléfono, -lo que implicaba que debía desechar la anterior-, investigamos y comprobamos que era del todo posible reutilizar el material de las fundas usadas mezclándolo en un porcentaje del 20% con la poliamida ‘virgen’ proveniente de redes de pesca”.

Así fue como la compañía ofreció a sus “Popsilovers”, como llaman a sus clientes, un 25% de descuento sobre sus fundas nuevas si les enviaban su vieja funda por correo. “Nuestra sorpresa ha sido que la gente ha respondido muy bien, ya que hemos recibido más de 100 en un mes, apunta Pedragosa, que añade que el objetivo de la empresa es “ser un ejemplo en este tipo de procesos y demostrar que desde las empresas se puede potenciar la producción y el uso responsable de los plásticos”.

Además, Popsicase trabaja para rebajar su huella ecológica compensando sus emisiones de CO2 o llevando a cabo campañas de sensibilización ambiental, a través de alguna de sus colecciones, como Love Under The Sea, que apoya diferentes organizaciones de conservación de los océanos.

Gravity Wave se dedica a algo similar: en este caso, recoger el plástico del mar Mediterráneo y transformarlo en fundas de móvil. La compañía estima que ya ha extraído del mar unos 2.000 kg de plásticos.

Cada vez más empresas, cada vez más productos

Parece evidente que las empresas están cada vez más comprometidas en materia de sostenibilidad, implicándose en cambios que van desde la cadena de producción hasta la logística, pasando por el propio producto final.

Es el caso de Florette, la empresa navarra especializada en vegetales frescos y listos para consumir, que acaba de anunciar que los boles de sus ensaladas completas son ya 100% reciclados y reciclables.

“Nuestra responsabilidad en materia de sostenibilidad y el respeto al medio ambiente es una prioridad presente y futura para Florette”, explica Fermín Aldaz, director Comercial y de Marketing de la compañía.

En este sentido, la marca trabaja para reducir al máximo el impacto de su actividad productiva, desde los campos de cultivo hasta que el producto se pone a la venta, utilizando en sus centros de producción –cercanos a los campos de cultivo para contribuir a la reducción de las emisiones producidas por el transporte– energía 100% renovable.

Asimismo, Florette ha implantado técnicas de ahorro de agua, como sistemas de riego por goteo o la reutilización del agua de lluvia, además del uso de desinfectantes naturales de ‘residuo cero’ en todos sus campos de cultivo.

“Ahora, con estos boles 100% reciclados y reciclables, anunciamos uno de los hitos más importantes en materia de sostenibilidad para nosotros, basándonos en la política de las 3Rs: reducir, reciclar y reutilizar”, remarca Aldaz.

El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada, -una institución dedicada al pensamiento e investigación de la relación entre gobernanza y economía para avanzar en materia de bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental- creó a finales de 2019 un grupo de análisis y seguimiento del desarrollo de la economía circular en España y que seleccionó a las diez pequeñas y medianas empresas más concienciadas y comprometidas con la búsqueda del ideal circular. Todas ellas han revolucionado su operativa para reciclar o minimizar su impacto ambiental y otras han hecho negocio con lo que antes se tiraba.

Todas ellas tienen algo en común: han constatado que una actuación sostenible es cada vez más “ineludible” en el ámbito de los negocios y que, sin duda, “ser sostenible, vende”. En palabras del vicepresidente ejecutivo del Instituto, Jesús Sánchez Lambás, “frente a la incapacidad política de establecer un marco europeo común de responsabilidad en materia de reutilización, muchas empresas españolas están avanzando decididamente en este ámbito”.

Una de estas empresas incluidas en este top 10 es Aquaservice, dedicada a la distribución de agua mineral y bebidas refrescantes con dispensador para hogares y empresas, y que proporciona a sus clientes botellas reutilizables de 20 litros recogiendo en cada reparto los envases vacíos, que son higienizados y reutilizados para su posterior rellenado y nueva distribución.

Los dispensadores que utiliza tienen un mantenimiento muy eficiente, un bajo consumo eléctrico y llevan asociado un programa de reparación y reacondicionamiento para alargar al máximo su vida útil.

En la misma línea, Aquaservice está impulsando medidas para mejorar su eficiencia y reducir sus emisiones gracias a “la mayor flota híbrida de camiones especializados en reparto de España” y a la introducción de sistemas de optimización de rutas que han permitido reducir las distancias un 40% en los últimos tres años.

Otra compañía que forma parte de este ranking es Boc’n’Roll, que comercializa un portabocadillos ecológico, reutilizable, ajustable, plegable y lavable que permite decir adiós a los envoltorios desechables a la hora de comer fuera de casa.

“Su cierre fácil sirve para cualquier alimento (sándwich, fruta…), es muy práctico y ligero y sirve de mantel. Para que lo puedas reutilizar y redisfrutar continuamente”, señala la compañía.

También Camper forma parte de esta selección, gracias a la fabricación de zapatillas de alta gama con residuos industriales como botellas o retales; o Ecodicta, un sistema de fashion sharing para alquiler de ropa en el que el usuario paga una cuota para disfrutar de lo que la compañía llama “un armario circular” con acceso a multitud de prendas desde 39,90 euros al mes y que devuelve al cabo de treinta días.

Este listado incluye además a PackBenefit, que utiliza celulosa con un recubrimiento de almidones de maíz y patata para producir bandejas de todo tipo destinadas a la industria alimentaria; o Solteco, que comercializa madera plástica hecha con residuos de  plástico de rechazo y que, a través de su recuperación y valorización, convierten en materia prima para producir planchas y perfiles con los que elaborar palets, plataformas, papeleras, bancos, mesas, equipamiento agropecuario, pavimentos, pasarelas o vallados.

Ternua, por su parte, se dedica a la fabricación de prendas deportivas para montañismo y actividades al aire libre (trekking, alpinismo, snowboard, escalada…) utilizando materiales de deshecho, como alfombras en desuso, redes de pesca, granos de café, residuos agrícolas o botellas de plástico.

“Somos la marca de quienes salen, viajan, buscan, encuentran… de quienes conectan con la naturaleza y eligen lanzar un mensaje de protección al mundo”, explica la compañía, nacida en 1994 y que ofrece prendas “de altas prestaciones técnicas, polivalentes y sostenibles que requieren innovar cada día, en producto y en procesos, trabajando con la mirada puesta en el futuro”.

Zicla, dedicada desde 2005 a la fabricación de elementos de movilidad urbana como señalizadores de carril bici o bus, jardineras decorativas o plataformas para paradas de autobuses urbanos a partir de residuos industriales procedentes de plantas de tratamiento o de proyectos de recuperación, es otra de estas pequeñas compañías que forman parte de este listado, pero hay muchas otras, cada vez más, que se han comprometido con el planeta y con las personas para interactuar con el medio natural de forma ética y responsable, pensando en el futuro, pero actuando desde hoy.

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